Desde el estrado en la Bolsa de Comercio, Milei no tuvo filtro: afirmó que gobernó con “sólo el 15% de la Cámara de Diputados, siete senadores, *y una traidora*”, palabra que lanzó sin nombrarla directamente, pero con Villarruel como blanco evidente . Fue en ese pasaje que acusó al Senado, bajo su vice, de permitir “un puñal al corazón del superávit fiscal” al sancionar leyes que prevén aumentos para jubilados, reactivación de moratoria y emergencia en discapacidad . Además, el Presidente reafirmó su plan de acción: vetar las normas y llevar el conflicto a la Justicia si el Congreso insistiera. En su discurso, calificó la votación como un “acto de desesperación” por parte de la oposición anticipando las elecciones de octubre. (podes leer:¨Milei vetará las leyes del pueblo¨) El ataque de Milei estuvo en sintonía con una ofensiva previa de Patricia Bullrich, quien en redes sociales había exigido que Villarruel no sea “cómplice del kirchnerismo destructor” y dejara sin efecto la sesión. El mensaje unificado apuntaba a marcar distancia entre la vicepresidenta y el ala más radical del Ejecutivo. (léase:¨Bullrich estalló contra Villarruel y pidió frenar la sesión del Senado¨)   ¿Qué deja este choque? * La alianza oficialista vive una fractura evidente: el ala radical-libertaria (Milei–Bullrich) contra la institucionalista Villarruel. * El Gobierno enfrenta una encrucijada política: vetar y confrontar con el Congreso y la Justicia, o jugar al desgaste judicial/institucional. * El liderazgo de Villarruel al frente del Senado queda tensionado: ¿ejecuta órdenes del Ejecutivo o defiende la soberanía del cuerpo legislativo?   En resumen, la palabra “traidora” no solo es una agresión personal: marca un quiebre dentro del Gobierno, un desafío a la autoridad institucional y una tensión inédita en la historia reciente de La Libertad Avanza.