La Confederación General del Trabajo (CGT) vive horas de tensión y debate interno a medida que se acerca el fallo de la Corte Suprema en la causa Vialidad contra Cristina Fernández de Kirchner. Por estas horas, la central obrera no logra unificar una postura frente a lo que podría ser un nuevo terremoto político y judicial en la Argentina. Según reconstruyó El Pulso Político, dos posturas irreconciliables dividen a los popes sindicales. Por un lado, el ala combativa que integran Pablo Moyano, Sergio Palazzo (bancarios) y los referentes de la Corriente Federal presiona para convocar a una gran movilización en apoyo a Cristina y en repudio a lo que consideran una “proscripción” orquestada desde el Poder Judicial. “Si tocan a Cristina, el movimiento obrero va a salir a la calle. No vamos a mirar para otro lado mientras intentan proscribir a la compañera”, advirtió en privado uno de los dirigentes alineados con Moyano. En la vereda opuesta, el sector dialoguista encabezado por Héctor Daer y Carlos Acuña sostiene que la CGT debe mantener la prudencia y no involucrarse en una causa judicial. Argumentan que una manifestación masiva podría ser funcional a los planes del Gobierno libertario, que espera un estallido para justificar medidas represivas o de control social. “Nosotros defendemos los intereses de los trabajadores, no de un partido o de un dirigente. No vamos a arriesgar la paz social por una pelea de la política”, sostienen desde este sector. Esta división quedó expuesta en la reunión de Consejo Directivo realizada en la sede de Azopardo, donde no hubo acuerdo sobre cómo reaccionar si finalmente la Corte condena a Cristina. Los sectores duros propusieron un paro con movilización hacia Tribunales, pero la moción fue rechazada por la mayoría de los gremios de servicios y comercio, que temen perder margen de negociación con el gobierno de Javier Milei en medio de la crisis económica. El debate sindical se da en un contexto de máxima fragilidad política para el peronismo. En el Instituto Patria ven con preocupación la falta de definición de la CGT, que históricamente actuó como sostén de los momentos críticos del kirchnerismo. “No podemos quedarnos solos esta vez”, deslizan cerca de Cristina. Para completar el cuadro de incertidumbre, algunos intendentes del conurbano y la propia CGT evalúan que un fallo adverso podría disparar protestas espontáneas de base sin conducción, con el riesgo de desbordes. La Casa Rosada, en tanto, sigue el debate sindical de cerca. En Balcarce 50 saben que una CGT dividida facilita su estrategia de aislar políticamente a Cristina y minimizar el impacto social de una eventual condena. Por ahora, la CGT no tiene fecha definida para una nueva reunión de unificación de criterio. El fallo judicial aún no llegó, pero ya dejó su marca en la principal central obrera del país.