El Presidente Javier Milei no se baja del ring. Horas después de que la Cámara de Diputados aprobara —con una mayoría transversal— una nueva fórmula jubilatoria, el Gobierno salió con los tapones de punta y ratificó que, si el proyecto avanza en el Senado, será vetado sin contemplaciones. “Es una irresponsabilidad política y fiscal”, lanzaron desde el Ministerio de Economía, donde acusan a la oposición de “querer dinamitar el equilibrio de las cuentas”.   La decisión la confirmó este jueves el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien no dejó lugar a dudas: “Si esta ley llega al Poder Ejecutivo, será vetada”. En la Casa Rosada repiten como mantra que no hay margen para aumentar el gasto y aseguran que el proyecto votado —que incluye aumentos automáticos y un piso mínimo para los haberes— implica un costo extra de más de 5.000 millones de dólares anuales. Para el oficialismo, lo que ocurrió en Diputados fue una emboscada: se unieron el kirchnerismo, la izquierda, los bloques federales y hasta parte del PRO. El Ejecutivo se quedó sin aliados confiables y ya empieza a ver con preocupación lo que podría pasar en el Senado, donde el peronismo tiene mayor poder de fuego. Pero más allá de las proyecciones fiscales, lo que se empieza a jugar es una batalla política mayor. Milei quiere mostrar firmeza frente a lo que considera “la casta gastadora”, aunque eso implique chocar de frente con los jubilados, uno de los sectores más golpeados por la inflación. En su entorno reconocen el costo social del veto, pero creen que retroceder sería una señal de debilidad justo cuando el FMI y los inversores monitorean cada movimiento del Gobierno. Mientras tanto, los gremios y las organizaciones de jubilados ya convocan a movilizaciones frente al Congreso. Se espera una fuerte protesta si el Presidente cumple su amenaza. El peronismo, por su parte, ve en esta pulseada una oportunidad para agitar la calle y rearmar su discurso de defensa del “Estado presente”. En medio del ajuste, Milei elige a los jubilados como su próxima batalla simbólica. Y el Congreso, por primera vez en meses, parece decidido a plantarse.