Nacional

Sturzenegger pidió no vetar la ley: ¿guiño al Congreso o cálculo frío?

En una jugada que sorprendió a propios y ajenos, Federico Sturzenegger sugirió no vetar la ley de coparticipación aprobada por el Senado. Mientras Milei endurece su postura y promete bloquear todo, el ideólogo libertario plantea aprovechar el texto para rediscutir el reparto de recursos. ¿Interna encubierta o pragmatismo puro?

  • 14/07/2025 • 18:27

                      Argentina's Deregulation and State Transformation


En medio de la tensión política tras el revés legislativo que sufrió el oficialismo en el Senado, *Federico Sturzenegger* salió con una propuesta inesperada: *no vetar la ley de coparticipación*, sino usarla como punto de partida para "introducir cambios profundos" en la distribución de recursos entre Nación y provincias.

El mensaje del funcionario, considerado uno de los cerebros económicos del proyecto libertario, descolocó al propio *Javier Milei, que en su línea habitual ya había anticipado su voluntad de *vetar cualquier norma que altere el ajuste fiscal*. Pero Sturzenegger, desde su rol como asesor presidencial y arquitecto de reformas estructurales, pareció marcar otra estrategia: abrir la discusión, aprovechar la movida del Congreso y convertirla en una herramienta a favor del oficialismo.

"Se puede trabajar sobre el articulado para facilitar cambios estructurales en el régimen de coparticipación", señaló el exministro de Economía. Una frase que puede leerse como *una señal hacia los gobernadores, que comienzan a rebelarse contra el ajuste, pero también como **una advertencia hacia los halcones libertarios* que pretenden cerrar toda negociación.

El gesto no es inocente. Con *La Libertad Avanza cada vez más aislada* en el Congreso y con los mandatarios provinciales empoderados tras la seguidilla de derrotas parlamentarias, la Casa Rosada necesita redefinir su estrategia. En ese contexto, Sturzenegger intenta pararse como *el arquitecto del realismo dentro de un gobierno dogmático*, consciente de que sin acuerdos políticos no hay reformas posibles.

La pregunta que flota es si Milei escuchará esa voz o si optará por endurecer aún más su postura. Porque en un momento donde los números no cierran, los gobernadores se rebelan y la gobernabilidad cruje, seguir pateando el tablero puede ser una apuesta riesgosa incluso para un gobierno que se jacta de vivir al filo del abismo.

 

 

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