En silencio, pero a paso firme, las principales petroleras que operan en Vaca Muerta avanzan en lo que podría ser la obra de infraestructura más grande de Sudamérica en la próxima década: un megagasoducto para exportar gas a Brasil, financiado enteramente por el sector privado y sin aporte estatal. La iniciativa, que busca aprovechar las millonarias reservas de gas no convencional de la cuenca neuquina, representaría una inyección de dólares clave para el Gobierno de Javier Milei y un cambio de peso en la geopolítica energética regional. El plan, según pudo reconstruir Infobae, está impulsado por empresas como YPF, Tecpetrol, PAE y Total, junto a socios brasileños, con el objetivo de abastecer la creciente demanda industrial del sur del gigante sudamericano. La obra incluye la construcción de una red de más de 1.400 kilómetros de ductos, con una inversión superior a los 10.000 millones de dólares. Para el oficialismo, que insiste en un modelo económico basado en la exportación de energía y alimentos, este proyecto es una tabla de salvación fiscal: no requiere subsidios, genera divisas, activa empleo en la construcción y puede duplicar la producción actual de gas en Vaca Muerta. Además, Brasil ya dio señales de interés formal en cerrar contratos de compra a largo plazo. “El gas de Vaca Muerta puede reemplazar buena parte del GNL importado que usa hoy Brasil. Si esto sale, el equilibrio comercial energético de la región cambia para siempre”, admitió un funcionario libertario en estricto off. El desafío es doble: garantizar reglas de juego estables para la inversión y acelerar la aprobación de permisos ambientales y de transporte, especialmente del lado brasileño. El mercado espera definiciones antes de fin de año.                                          Mientras tanto, los gobernadores patagónicos, que sueñan con regalías millonarias, presionan para que el plan se concrete cuanto antes. ¿Será este el primer gran “shock exportador” de la era Milei?