En el escenario político bonaerense, la foto de unidad del peronismo dejó más interrogantes que certezas. Tras los movimientos de reagrupamiento impulsados por Axel Kicillof y Máximo Kirchner en las últimas semanas, con Sergio Massa sumado a la ecuación, se consolidó un acuerdo que, lejos de ser sólido, camina sobre una delgada línea de desconfianza. El gobernador bonaerense y el líder de La Cámpora se alinearon detrás de un discurso de unidad para reconstruir al peronismo luego del cimbronazo electoral de 2023. Sin embargo, quienes conocen el detrás de escena advierten que no hay una sintonía plena entre ambos, ni tampoco con el exministro de Economía, que aún digiere el fracaso de su candidatura presidencial. Según reconstruyó El Pulso Político, las reuniones privadas entre los tres referentes han sido frías, sin grandes definiciones y con un tono más protocolar que político. Las diferencias de estilo, de estrategia y de ambición son evidentes. Kicillof, fortalecido por su rol institucional y una gestión con buena imagen, pretende disputar el liderazgo del espacio. Máximo conserva el control formal del PJ bonaerense, pero su poder real se ha desgastado. Y Massa, si bien está de regreso tras un tiempo en silencio, sigue jugando en un registro más federal y con intenciones de conservar protagonismo en 2025 y más allá. Uno de los principales puntos de roce es la estrategia electoral de cara a las legislativas del año próximo. Mientras Kicillof insiste con la construcción de un frente propio en la provincia, con fuerte autonomía respecto del peronismo nacional, Máximo se muestra más aferrado a la estructura tradicional del PJ. Massa, por su parte, apuesta a evitar rupturas que puedan marginarlo de la escena, pero al mismo tiempo teje alianzas con sectores que desconfían de La Cámpora y de la ortodoxia kirchnerista. A pesar de las diferencias, los tres coinciden en un diagnóstico: el gobierno de Javier Milei representa una amenaza seria para los derechos sociales y la estructura del Estado, y el peronismo no puede llegar dividido a las elecciones. Esa urgencia de frenar al oficialismo libertario es, por ahora, el único pegamento que mantiene unido al espacio. Sin embargo, nadie descarta nuevas tensiones en el corto plazo. “Esto es un equilibrio precario. Nadie confía del todo en nadie”, reconocen desde uno de los despachos protagonistas. La clave será ver si, en los próximos meses, esta tregua táctica se transforma en una verdadera articulación política o si, como muchas veces ocurrió en el peronismo, las ambiciones individuales terminan haciendo estallar los acuerdos en mil pedazos.     SEGUINOS EN NUESTRO CANAL DE WHATSAPP PARA ESTAR SIEMPRE ACTUALIZADO https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M