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El Estado financió la película de Francella que Milei convirtió en culto presidencial

Homo Argentum, la nueva película de Guillermo Francella, fue financiada con $150 millones del programa porteño “Buenos Aires Producción Internacional”. A pesar de que el Gobierno niega haber usado fondos públicos, el presidente Milei proyecta el film en Olivos casi como propaganda propia. El INCAA, en el centro de la polémica, quedó bajo la lupa tras las torpes declaraciones de su titular Carlos Pirovano.

  • 20/08/2025 • 08:45

En medio de la crisis política y económica, Javier Milei encontró en Homo Argentum, la última producción de Guillermo Francella, un insólito refugio personal y político. La película, que arrasó en taquilla con más de medio millón de espectadores en su primer fin de semana, se convirtió en el nuevo fetiche del presidente, que ya la proyectó dos veces para invitados en la residencia de Olivos y la habría visto, en total, al menos cinco veces. Según allegados, Milei disfruta cada gag como si fuera la primera vez, incluso ignorando la marca de agua que lleva la copia para evitar filtraciones.
 

El discurso oficial celebró que la cinta no había recibido subsidios del INCAA, pero la verdad es que sí hubo fondos públicos: el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires confirmó que Homo Argentum recibió $150 millones a través de un “cash rebate”, lo que representa un 12% de los gastos de rodaje realizados en territorio porteño. El programa “Buenos Aires Producción Internacional” fue creado para atraer producciones al distrito con la promesa de que, por cada peso invertido, se generan ocho en retorno económico.

Sin embargo, el mecanismo volvió a encender el debate sobre a quién beneficia realmente: las grandes productoras como Pampa Films (Francella), Pol-ka (Adrián Suar) o las de Nacho Viale y Hugo Sigman son las principales favorecidas, mientras que el cine independiente sigue relegado.

 



 

El escándalo se potenció por la torpeza de Carlos Pirovano, titular del INCAA y candidato a diputado, quien intentó defender la película en una entrevista televisiva y terminó en papelón. Admitió que solo había visto fragmentos en TikTok y reivindicó estereotipos provinciales, al punto de asegurar que “el santiagueño es perezoso” y “el cordobés cuenta chistes”, lo que generó indignación. La falta de gestión del instituto que dirige, que maneja un presupuesto anual de 44 millones de dólares, también quedó expuesta: “Antes se hacían 200 películas que no veía nadie, ahora no hicieron ni una sola. ¿Eso cómo se llama?”, se preguntó un productor.
 

Desde la oposición y desde la propia industria advierten que el debate no es económico, sino ideológico. El Gobierno busca imponer una narrativa contra el supuesto “curro del cine”, pero al mismo tiempo se apoya en una producción financiada con recursos estatales para alimentar el culto personal de Milei. Mientras tanto, el cine argentino —que genera tanto dinero como la minería, según especialistas— atraviesa un parate inédito.
 

En definitiva, Homo Argentum dejó al descubierto la contradicción libertaria: Milei utiliza con fines políticos una película financiada con plata pública, mientras demoniza al mismo Estado que sostuvo al cine nacional durante décadas. Y lo hace en un contexto de ajuste brutal, donde el financiamiento a la cultura se achica, pero el presidente se da el lujo de proyectar una y otra vez su comedia favorita en la Quinta de Olivos.

 

 

 

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