La infectóloga Florencia Prieto, del Sanatorio Garat de Concordia (Entre Ríos), reveló que a mediados de 2023 su equipo detectó un brote infeccioso inusual en seis pacientes oncológicas. Las ampollas de dexametasona administradas contenían Ralstonia mannitolítica, una bacteria rara hallada incluso en viales sin abrir, lo que sugería contaminación en el proceso de producción. El sanatorio apartó inmediatamente las unidades, interrumpió la medicación y realizó la denuncia formal a la ANMAT con documentación científica respaldada por cultivos positivos.    Sin embargo, la respuesta de la ANMAT fue desalentadora: en octubre de 2023 remitió un correo indicando que el producto era “aceptable”, pese a la evidencia microbiológica. No se ordenaron nuevas inspecciones presenciales al laboratorio HLB Farma, responsable del lote en cuestión, e incluso continuaron adquiriendo medicamentos del mismo proveedor.    Este episodio adquiere una dimensión trágica hoy, debido a que HLB Pharma fabricó el lote de fentanilo contaminado con bacterias que ya provocaron casi 100 muertes en todo el país. El hecho de que esa señal de alarma legítima haya sido ignorada pone en cuestión la eficacia de los mecanismos de control sanitario y la capacidad de respuesta de la autoridad reguladora.    En síntesis: Un sanatorio del interior detectó, con rigor científico, un riesgo evidente que pudo haber sido la punta del iceberg. La desestimación de ese aviso dejó expuesta a la población a una tragedia evitables. Los canales de farmacovigilancia existen pero, de nada sirve que los profesionales los usen si la autoridad no actúa con celeridad ni profundidad investigativa. La desidia burocrática que ignoró la denuncia clínica en 2023 alimentó el escándalo sanitario que hoy golpea al país. Cada muerte por fentanilo adulterado tiene un antecedente germinal que fue desoído.       Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P