Un nuevo relevamiento arroja cifras alarmantes para el Gobierno de Javier Milei. Según datos publicados recientemente, el 56,8% de los argentinos desaprueba la gestión nacional, mientras que apenas un 43% la aprueba, lo que marca un crecimiento sostenido del descontento popular.   Pero el dato más preocupante es económico: el 59% de los consultados afirma que la situación del país es mala, y el 65,1% asegura que su situación personal empeoró en los últimos seis meses.   El informe revela además que la capacidad para pagar lo básico está cada vez más comprometida: el 54,2% de los encuestados reconoce que no le alcanza su ingreso para cubrir necesidades mínimas, y más del 50% teme perder su empleo o los ingresos debido a las medidas de ajuste. Apenas un 14,7% logra ahorrar al mes.   Este clima de malestar generalizado se combina con un deterioro en la imagen personal del Presidente. Según la consultora Zuban Córdoba, Milei atraviesa una de las peores rachas de su mandato, con un incremento en la percepción negativa que alcanza el 57%, superando ampliamente a la positiva del 41%.   El rechazo a su estilo comunicacional también crece: el 73% de los argentinos rechaza sus insultos y el 66% considera que su discurso es violento, aunque la mitad lo define como genuino.   En paralelo, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) de la Universidad Torcuato Di Tella registró una nueva caída del 4,6% en junio, situándose en 2,34 puntos sobre cinco. Todos los rubros evaluados –eficiencia, honestidad, preocupación por el interés general– marcaron retrocesos.   Las elecciones legislativas de octubre están a poco más de dos meses. En ese contexto, el Gobierno parece enfrentar un desgaste transversal: la economía no mejora, la percepción social se deteriora y el respaldo político se desinfla. El panorama es claro: el ajuste no se traduce en alivio real, y el relato de orden pierde eficacia cuando el bolsillo no da tregua.   ¿Qué implica este escenario? La popularidad de Milei muestra síntomas claros de fatiga electoral. La combinación de presión inflacionaria, empleo precario y miedo a perder ingresos intensifica el malestar social. El discurso de sinceramiento –salvo que cambie el humor social– ya no alcanza: el costo político del ajuste está golpeando la estabilidad del gobierno. Este no es solo un desafío económico, es una señal política potente: cuando la mayoría cree que vive peor, el voto deja de ser un acompañamiento y se convierte en una advertencia.       ¡No te pierdas ningún detalle de la política argentina y mundial! Síguenos en nuestro canal de WhatsApp: Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P