Cristina Fernández de Kirchner envió un claro mensaje al peronismo que terminó resonando en un plenario encabezado por Mayra Mendoza en Quilmes: “A militar, como siempre lo hacemos, de corazón, con la cabeza”, afirmó. El objetivo fue contundente: que el voto castigue a los que “hambrean a la gente” y mostrar que, aun bajo arresto domiciliario, sigue siendo la capitana del barco político?. No fue un discurso residual: fue un llamado urgente y dirigido a fortalecer la campaña del frente Fuerza Patria, que integra al kirchnerismo, el sector de Kicillof y el massismo. En tono de instrucción, CFK marcó con precisión los blancos de su movilización política: los ajustes, el desempleo y la inflación que PBA no resuelven, y que, según ella, deben tener respuesta en las urnas . Más allá del simbolismo, esta ofensiva retórica responde a una estrategia definida: sostener la narrativa de resistencia popular, aunque eso implique militar desde la cuarentena, desde el encierro o desde una tobillera electrónica. El mensaje de “que les caiga el que hambreó” redefine la campaña peronista en términos morales, no solo electorales. Es un kirchnerismo que, lejos de atenuar su protagonismo ante la Justicia, redobla su apuesta: milita desde la cautiverio con la misma convicción que su base exige en cada barrio. El costo simbólico es alto, pero también lo es la lógica del poder: seguir en campaña, aunque el cuerpo esté fuera de escena.     ¡No te pierdas ningún detalle de la política argentina y mundial! Síguenos en nuestro canal de WhatsApp: Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P