El discurso incendiario y los ataques frontales quedaron en pausa, al menos por ahora. En medio del vendaval político por la ley jubilatoria y con la amenaza latente de una derrota parlamentaria, el Gobierno de Javier Milei decidió recalcular y *reabrir discretamente una vía de negociación con los gobernadores*. El objetivo es claro: contener el descontento en las provincias, evitar una nueva humillación en el Congreso y frenar el avance opositor que, por primera vez en meses, parece tener iniciativa. “No todos los gobernadores son lo mismo”, repiten en la Casa Rosada, donde ahora intentan reconfigurar la relación con los jefes provinciales, a quienes hasta hace horas se acusaba de “querer romper el déficit cero”. El mensaje, dirigido a los que aún mantienen algún canal abierto con el Ejecutivo, busca romper el frente común que se había empezado a gestar entre mandatarios peronistas y algunos dialoguistas desencantados con el rumbo del Gobierno. La Casa Rosada sabe que *el Senado se convirtió en el talón de Aquiles del oficialismo*, y que sin el respaldo de al menos una parte del interior, los proyectos claves –como el veto a la ley jubilatoria o nuevas reformas fiscales– pueden quedar sepultados. Por eso, el giro estratégico: menos cadenas nacionales, más rosca fina. El encargado de pilotear esta nueva etapa es el ministro del Interior, Guillermo Francos, quien retomó contactos con varios gobernadores “moderados”. En paralelo, Karina Milei y Santiago Caputo evalúan reabrir instancias de diálogo con sectores del radicalismo y el PRO, en especial después de que se sellara el acuerdo electoral con el partido de Mauricio Macri en Buenos Aires. Sin embargo, *el gesto del Gobierno no convence del todo*. Varios mandatarios recuerdan las promesas incumplidas de fondos, las transferencias recortadas y las amenazas veladas de intervención judicial o mediática. “Nos aprietan con el látigo fiscal y después quieren que votemos como si nada”, confió uno de ellos en estricto off. El Gobierno apuesta a descomprimir con los gobernadores para, de ese modo, evitar que el Congreso siga marcando la agenda. Pero el margen de error es cada vez más chico. La sociedad, golpeada por la crisis y el ajuste, empieza a mirar con desconfianza una gestión que prometía orden y sólo muestra conflicto. Y en las provincias ya no alcanza con una llamada desde Buenos Aires.         SEGUINOS EN NUESTRO CANAL DE WHATSAPP PARA ESTAR SIEMPRE ACTUALIZADO https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M