La Cámara de Diputados convirtió este miércoles en un escenario de alto voltaje político. Con 160 votos afirmativos, 72 negativos y 8 abstenciones, el Congreso aprobó un proyecto que modifica la fórmula de actualización de las jubilaciones, impulsando mejoras para los haberes más bajos y estableciendo un nuevo índice que combina inflación con salarios. La derrota fue total para el oficialismo: La Libertad Avanza quedó aislada, sin aliados suficientes y rodeada por un peronismo revitalizado, un radicalismo que mostró músculo propio y un PRO partido al medio. La sesión no solo expuso las tensiones por la agenda previsional, sino que dejó a la vista la fragmentación política que enfrenta Javier Milei dentro del Congreso. El proyecto contó con el respaldo de Unión por la Patria, Hacemos Coalición Federal —el bloque de Pichetto—, los radicales, la Coalición Cívica y una porción significativa del PRO, liderada por Emilio Monzó y algunos macristas díscolos. En el detalle del voto, quedó claro que la fractura opositora que tantas veces benefició al oficialismo esta vez no se dio. Desde la izquierda hasta los moderados, la mayoría legislativa se unió en un mensaje claro: los jubilados no pueden seguir esperando. Incluso diputados históricamente refractarios al kirchnerismo votaron a favor, marcando el carácter transversal del reclamo.                          El Gobierno, por su parte, ya anticipó que vetará la ley en caso de que también obtenga sanción en el Senado. “Es una bomba fiscal”, sostienen en el entorno de Milei. Pero esa advertencia no amedrentó a nadie. Muy por el contrario, varios legisladores salieron a redoblar la apuesta. “Si la veta, lo obligaremos a pagar el costo político. No puede castigar a los jubilados eternamente”, lanzó Germán Martínez (UxP). Patricia Bullrich, con su clásico tono marcial, respaldó la decisión de Milei de resistir el proyecto, pero en su bloque algunos se abstuvieron o directamente votaron a favor. El PRO vuelve a mostrar grietas internas, mientras Mauricio Macri se mantiene en un silencio incómodo frente a un tema socialmente sensible. En paralelo, los gremios de jubilados y las organizaciones sociales ya preparan movilizaciones en caso de que el Presidente vete la norma. La calle, otra vez, podría convertirse en el nuevo campo de batalla.