El mapa político en la provincia de Buenos Aires empieza a reconfigurarse con velocidad tras las elecciones en la Ciudad. La derrota del PRO porteño no solo dejó heridas abiertas dentro del partido fundado por Mauricio Macri, sino que también aceleró movimientos hacia nuevas alianzas, especialmente en el bastión bonaerense, donde el oficialismo aún mantiene poder territorial pero enfrenta un desgaste creciente. En este contexto, el expresidente Mauricio Macri sorprendió al enviar un mensaje de tono amistoso al presidente Javier Milei. Si bien no hubo un pronunciamiento público explícito, fuentes cercanas a ambos espacios confirmaron que el gesto existió y que fue interpretado por varios operadores políticos como una señal clara de distensión, luego de semanas de alta tensión entre ambos líderes. El acercamiento tiene una motivación evidente: el objetivo compartido de evitar que el peronismo, hoy conducido por Axel Kicillof en territorio bonaerense, se imponga cómodamente en las legislativas del año próximo. En el círculo macrista creen que sin una alianza con Milei, el PRO corre riesgo de convertirse en una fuerza marginal, más aún después de la caída en CABA, donde perdió su histórico predominio. Sin embargo, el camino hacia un acuerdo no es llano. Milei no olvida las críticas que recibió de Macri y varios referentes amarillos durante su campaña y sus primeros meses de gestión. “Quizás Macri debería entender que su momento ya pasó”, lanzó hace días el Presidente, en una clara muestra de que cualquier acercamiento tendrá condiciones estrictas y que la lógica será de absorción, no de alianza entre iguales. Pese a eso, emisarios del Gobierno nacional mantienen conversaciones con figuras del PRO bonaerense como Cristian Ritondo, Diego Santilli y hasta con intendentes del interior que ven con buenos ojos una convergencia con La Libertad Avanza. La idea que sobrevuela es la de construir listas conjuntas o, al menos, no competir entre sí en distritos clave. En paralelo, Milei también intenta seducir a sectores desencantados del radicalismo y del peronismo no kirchnerista. El objetivo de máxima es conformar un armado transversal que le permita al oficialismo nacional ganar volumen territorial en la provincia, el terreno más difícil para su estilo de conducción centrado en la figura presidencial. Del otro lado, Macri enfrenta su propio dilema: apostar a una convergencia con Milei, aun resignando protagonismo, o buscar reconstruir el PRO desde los escombros de la derrota, algo que muchos en su entorno consideran cuesta arriba sin el músculo que supo tener Rodríguez Larreta o el respaldo de una figura presidencial propia. Por ahora, no hay fotos juntos ni actos compartidos. Pero el mensaje ya fue enviado. Y en política, como se sabe, los gestos son muchas veces el primer paso hacia los acuerdos. Lo que viene será una batalla de estrategias y egos, con la provincia de Buenos Aires como escenario decisivo.