El domingo por la tarde, en el Hotel Grand Brizo de La Plata, se plantea una postal de (¿aparente?) unidad: Axel Kicillof, Sergio Massa y Juan Grabois compartirán el búnker de Fuerza Patria, invitados por el kicillofismo para exhibir cohesión antes de la elección. Sin embargo, nadie puede obviar la ausencia de Máximo Kirchner, que optó por seguir los acontecimientos desde San José 1111, al lado de Cristina Kirchner.   El encuentro servirá para fundar algo que no se vio en toda la campaña: a los principales referentes cara a cara, sin escenografías ni gestos preparados. Y para Kicillof será un momento clave: “Axel va a hablar pierda o gane”, confiaron desde su entorno. La apuesta es alto riesgo, porque cualquier fisura puede marcar el futuro político hacia 2027.    Massa llegará desde sus recorridas por diversas secciones electorales, acompañado por su equipo: Guerrera, Galmarini, Moreau y otros referentes del renovador que aportan peso político propio. Grabois, por su parte, también se suma con la convicción de que el peronismo puede dar vuelta el tablero en territorio bonaerense.    Lo que no pasará inadvertido será la notoria decisión de Máximo: no ir al bunker. Esa señal, en un momento tan simbólico como una elección, no es neutral—refleja la distancia política y emocional que persiste entre La Cámpora y el kicillofismo. Los rumores de vetos, resentimientos y alianzas frágiles no terminan con una foto, aunque el peronismo hoy necesita reconstruir un relato común.    El cierre electoral del PJ bonaerense puede terminar siendo una demostración de fuerza o el remate del divorcio interno. Si triunfa, será una cápsula colectiva; si pierde, las ausencias podrán leerse como señales fundacionales del nuevo tablero. Porque en política, las presencias —y las ausencias— siempre hablan.         Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P