La relación entre el Gobierno y los bancos entró en su punto más crítico. La decisión del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, de subir por segunda vez en menos de un mes los encajes obligatorios —fondos que las entidades deben mantener inmovilizados por orden del Banco Central— y de obligarlos a utilizar ese dinero para adquirir bonos que rechazaron en la licitación del miércoles fue interpretada en el sector como un “corralón”, en referencia a la medida que aplicó Domingo Cavallo en 2001. La medida, tomada tras el fracaso en la colocación de deuda, apunta a evitar que los pesos en poder de los bancos presionen sobre el dólar, pero despertó una fuerte resistencia. En un zoom que reunió a más de 200 participantes, entre ellos técnicos de Adeba, ABA, ABE y Abappra, las autoridades del BCRA que conduce Santiago Bausili defendieron la decisión sin abrir el juego al debate. “Fue una perorata técnica, no nos escucharon”, resumió un banquero, mientras otro advirtió: “Nos están secando, esto puede generar un caos. Nos destruyeron las acciones en Wall Street”. Las caídas fueron contundentes: Banco Supervielle perdió 8,7%, Galicia retrocedió 5,3% y BBVA se hundió 4,2%. Desde Max Capital apuntaron contra la errática política monetaria tras la eliminación de las Lefis y cuestionaron los anuncios de cambios por redes sociales fuera del horario de mercado. Caputo, por su parte, atribuyó la volatilidad al “contexto político electoral” y defendió que su prioridad es “cuidar los precios” evitando inyectar pesos sin una justificación clara. Sin embargo, sus explicaciones dejaron más dudas que certezas en un sistema financiero que siente el impacto directo de la medida y ve amenazada su estabilidad.             Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P