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El negacionismo carapintada ahora tiene tribuna en la Legislatura

Nunca fue mito: mientras la democracia construye memoria, sorprende que un ex carapintada negacionista haya sido invitado a exponer en la Legislatura porteña. José D’Angelo, autor de textos que califican a los desaparecidos como un “mito”, busca convertir una fala del horror en evento oficial. Así, el discurso del odio avanza: relativizar lo irreversible y herir la memoria hasta donde el Estado lo permita.

  • 15/08/2025 • 16:57

              José D'Angelo fue parte de los alzamientos carapintadas.
              José D'Angelo fue parte de los alzamientos carapintadas
 

La Democracia argentina enfrenta hoy un nuevo atentado a su memoria colectiva: José D’Angelo, ex militar carapintada, está invitado a exponer en una jornada organizada por la diputada libertaria Rebeca Fleitas en la Legislatura porteña. No se trata de un historiador crítico ni un académico en blanco: es uno de los defensores más activos del negacionismo. D’Angelo se jacta de su obra titulada La estafa de los desaparecidos, donde propone que la cifra “de 30 mil es un mito”, y que quienes perdieron a sus seres queridos encaminaron una estafa contra el Estado.


En 2023, sus intentos por presentar este libro en la Biblioteca del Congreso y en la Feria del Libro fueron frenados por el cuestionamiento público a su mensaje. Ese rechazo fue una respuesta democrática crucial: impedir que se relativice el horror no es censura, es la defensa del pacto civilizatorio.


Ahora, el mismo discurso encuentra una puerta oficial. La figura de D’Angelo representa un doble ultraje: primero, a sus víctimas—los desaparecidos de aquella dictadura genocida—y segundo, a todos los sectores de la sociedad que lucharon por Memoria, Verdad y Justicia durante más de cuatro décadas.
 

Recordemos que los detenidos desaparecidos fueron víctimas de un Estado que los secuestró, torturó y ocultó: no hubo confusión, hubo un plan sistemático de argentinos contra argentinos. Negar esa realidad, o afirmarlo como una “estafa”, es una agresión directa al tejido democrático.


El argumento de que hubo una guerra sucia con equivocaciones valora con equidistancia genocidio con resistencia popular. Esa “teoría de los dos demonios” no es opinión: es una trampa política que naturaliza crímenes de lesa humanidad como errores equivalentes.


En nuestro portal reafirmamos que la memoria no se negocia. Lo que se ha construido en tribunales, en escuelas, en plazas y en las redes sociales no puede ser socavado por ex uniformados. Que un negacionista tenga tribuna no es pluralismo: es complicidad. Y quienes lo permiten deberían responder ante la historia.
 

 

 

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