Este jueves hubo una cumbre en Casa Rosada de la que participaron el ministro de Salud, Mario Lugones, junto a Karina Milei y Santiago Caputo, para buscarle una vía de escape a un tema que se coló como un cisne negro en la recta final antes de las elecciones. En medio de helicópteros circulando por la ciudad y temperaturas políticas crispadas, se gestó una cumbre silenciosa pero estratégica en la Quinta de Olivos. La confirmación llegó rápidamente: el fentanilo contaminado, con casi un centenar de fallecidos en Argentina, ya no es una crisis sanitaria, sino un riesgo político concreto que el Gobierno busca neutralizar antes de que explote en campaña.   En la mesa: el Presidente, el jefe de gabinete Guillermo Francos, y los ministros de Salud, Justicia, Interior, y Seguridad. También los referentes parlamentarios más cercanos: Emilio Monzó, Victoria Villarruel y cabeza de bloque del PRO. Objetivo: delinear un frente común que combine tres desafíos críticos:   1. Desactivar la crisis comunicacional con un mensaje unificado —objetivo urgente: no fragmentar el frente— 2. Acelerar la investigación judicial, blindando al gobierno contra acusaciones de ocultamiento o lenta respuesta 3. Sincronizar cursos de acción con gobernadores e intendentes del territorio afectado    El operativo “Olivos” tuvo su eco inmediato: el propio Milei rompió  prometió mano dura, apoyo a las familias y recursos extraordinarios para enteramente transparentar los protocolos de derivación hospitalaria y abastecimiento. Pero la jugada no quita dramatismo. El oficialismo sabe que impactará en el tablero dice octubre: es carne fresca que la oposición explotará sin pudor. Y en la calle, mientras el fentanilo enceguece los barrios, el enojo social se intensifica.   La oposición ya se posiciona: exigen citar a los ministros para que detallen trazabilidad del fármaco, causas judiciales y mecanismos de control. El clima está preparado para una batalla a fondo, donde lo que está en juego no es solo una elección, sino la legitimidad del modelo de gobernar desde el ruido y el decreto. Esta cumbre define un momento de inflexión. El Gobierno asume que el fentanilo es hoy más amenaza política que sanitario. Salir del paso requerirá no solo protocolos sino simbolismo: claridad, rapidez y visibilidad. En la campaña, esto puede ser la diferencia entre “respuesta eficaz” y “gestión colapsada”.       Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P