Juan Grabois, figura central de Patria Grande y referente social del Frente de Todos, salió a aclarar su vínculo con los hechos ocurridos en el barrio de Palermo luego de una movilización que derivó en desalojo. En un comunicado, sostuvo que no tuvo participación directa ni respaldo institucional en las acciones atribuidas al colectivo La Dignidad, y lamentó la confusión generada. El conflicto comenzó cuando se viralizaron imágenes del espacio ocupado por La Dignidad, con consignas vinculadas a una protesta por vivienda y acceso a derechos. La Organización de Grabois, históricamente activa en barrios populares y movilizaciones por la pobreza, fue señalada erróneamente en algunos medios como parte de esa ocupación. Grabois fue enfático: “No somos parte de La Dignidad, no impulsamos ese tipo de acciones”, sostuvo en sus redes sociales. Aunque reconoció su compromiso histórico con sectores vulnerables y dio apoyo político a luchas similares, dejó en claro que su organización y él no avalaron ni participaron del operativo en Palermo. La aclaración llega en un contexto político delicado. El Gobierno nacional enfrenta críticas por la falta de respuestas integrales a la crisis habitacional y la proliferación de tomas autogestivas. Para Grabois, la difamación con La Dignidad buscó vincularlo indebidamente a una agenda que él mismo no pilotea. “La politización de una organización no estatal servía a un relato de criminalización del reclamo social”, aseguró. Desde distintas voces del oficialismo social y sindical, tanto en Patria Grande como en sectores aliados (desde la CTA hasta organizaciones sociales territoriales), rescatan el gesto de separación pública: buscan que Grabois y su organización no queden atrapados en una rueda de culpas cruzadas que convierte reclamos legítimos en riesgos judicializados. La polarización política, sumada a la campaña mediática que tiende a criminalizar las colectividades más vulnerables, colocó al dirigente bajo presión. Su mensaje fue claro: ser de izquierda no significa avalar todo reclamo, menos sin aval ni participación directa. La aclaración también abre interrogantes: si una protesta puede instrumentalizarse mediáticamente hasta vincularla con personajes públicos, ¿qué margen queda para el diálogo verdadero entre Estado y organizaciones sociales? Grabois apunta a reconstruir ese músculo de interlocución, lejos de la lógica de pantalla y sobreinterpretación política.         ¡No te pierdas ningún detalle de la política argentina y mundial! Síguenos en nuestro canal de WhatsApp: Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P