En medio de una guerra abierta por el control de la Policía bonaerense, Patricia Bullrich convocó al ex comisario y ahora candidato de La Libertad Avanza, Maximiliano Bondarenko, a una reunión en su despacho del Ministerio de Seguridad. El gesto no es casual: es una muestra de respaldo sin fisuras mientras el gobernador Axel Kicillof pisa firme sobre su decisión polémica de desplazar 24 mandos que se cruzaron las líneas políticas. La movida sirve como respuesta pública a Kicillof, quien había argumentado que “hay leyes que respetar” en el proceso de desafectación y judicialización de los policías comprometidos por su apoyo a Bondarenko. Para Bullrich, esto más que una cuestión institucional es “persecución ideológica”, y lo calificó con dureza: “inútil”, “siempre a favor de los delincuentes”. La señal política es sofisticada y ambiciosa: Bullrich no solo se erige como la defensora del oficialismo libertario en seguridad, sino que deja claro que tiene la capacidad para escalar en el PRO y posicionarse en la disputa por el poder real dentro de Juntos por el Cambio. En un contexto donde Kicillof busca garantizar que la Bonaerense no sea usada como brazo electoral, ella apuesta por María de la alianza con los uniformados y la narrativa del acoso a los patriotas de la fuerza. Esta jugada despierta consecuencias inmediatas: profundiza la tensión entre Nación y Provincia en plena campaña bonaerense, revitaliza la base hardcore de Bullrich, y marca una señal clarísima: en la bifurcación entre hablar del delito o perseguirlo políticamente, ella ya eligió su lado. Y no duda en pisar fuerte en el tablero de liga mayor.     ¡No te pierdas ningún detalle de la política argentina y mundial! Síguenos en nuestro canal de WhatsApp: Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P