Cristina Kirchner reapareció con una de esas frases que incendian la política: “Piden que me metan presa, dicen que estoy acabada… Entonces, ¿por qué no me dejan competir y me derrotan en las urnas?”. La declaración, que llegó en medio de una entrevista encendida, reavivó los rumores sobre su eventual candidatura y volvió a poner en foco la ofensiva judicial en su contra. Envalentonada, la ex presidenta desafió a sus adversarios a competir en terreno democrático. "Si tan seguros están de que el ciclo está terminado, si tan convencidos están de que la sociedad ya no me acompaña, lo lógico sería dejarme competir, no buscar proscripciones judiciales", disparó, en clara alusión tanto al gobierno nacional como a sectores del Poder Judicial. La entrevista llega en un contexto de máxima tensión para el kirchnerismo: fuertes rumores de una inminente detención, maniobras judiciales que avanzan contra su entorno más cercano y un peronismo que todavía no define una estrategia común para enfrentar el poder libertario. Lejos de replegarse, Cristina eligió contraatacar. “Están buscando por todos los medios silenciarme. Pero no me van a sacar del escenario con causas armadas ni operaciones mediáticas”, advirtió, sin medias tintas. En paralelo, la ex mandataria cuestionó el ajuste brutal del gobierno de Javier Milei, al que acusó de “castigar a los trabajadores y premiar a los especuladores”. También criticó a los sectores del peronismo que "prefieren mirar para otro lado" ante la avanzada liberal. El tono desafiante no es nuevo, pero sí marca una clara intención de retomar protagonismo. En los últimos días, Cristina mantuvo reuniones clave con dirigentes del PJ y ya planea un acto en Corrientes para apuntalar la candidatura de Martín Ascúa, en lo que muchos ven como un ensayo general para volver al centro de la escena nacional. En definitiva, la líder del espacio que marcó a fuego la política argentina durante dos décadas no parece estar dispuesta a retirarse sin dar pelea, y vuelve a ubicar el eje en lo que considera su verdadero adversario: el poder real que no se somete al voto popular, pero condiciona las reglas del juego.