El conflicto entre Javier Milei y sectores políticos europeos sumó un nuevo capítulo explosivo: Víctor Egío, eurodiputado español del grupo de izquierda Anticapitalistas, presentó una solicitud formal para que se investigue y se evalúe la detención del Presidente argentino por su presunto involucramiento en el caso Libra, una megacausa judicial con ramificaciones transatlánticas. El escándalo tiene como eje a la consultora española Libra Group, acusada de operar una red de lobby político-empresarial que habría interferido en procesos judiciales en América Latina. Según Egío, hay indicios de que Milei no solo habría avalado estos movimientos, sino que su entorno habría actuado como “puente directo” entre la compañía y sectores del Poder Judicial. “El Presidente argentino no puede creerse impune. Su gobierno está jugando un papel funcional al lawfare regional”, sostuvo el eurodiputado, quien pidió la intervención de la Justicia internacional. El pedido fue elevado al Parlamento Europeo y, si bien aún no tiene consecuencias prácticas, genera un ruido político de alto impacto. Desde la Casa Rosada salieron rápidamente a desmentir cualquier tipo de relación con Libra y calificaron el pedido como “una operación burda de la izquierda radical europea”. “No nos van a correr con denuncias ridículas. Milei sigue siendo una figura incómoda para el socialismo global”, aseguró un funcionario cercano al Presidente. La controversia llega en un momento delicado, con Milei preparando su próximo viaje a Washington para verse con Donald Trump y tras haber tensado la cuerda con Pedro Sánchez en España. En paralelo, el oficialismo busca blindar a su líder ante posibles embates judiciales con base internacional. Mientras tanto, en el Congreso argentino, la oposición ya tomó nota. Legisladores de Unión por la Patria y el Frente de Izquierda pidieron que se cite a la Canciller Mondino para que informe sobre el tema. “¿Vamos a dejar pasar esto como si nada?”, lanzó Myriam Bregman. En el tablero internacional, la jugada de Urbán muestra que Milei no solo cosecha adhesiones entre líderes populistas de derecha, sino también una creciente resistencia desde los sectores progresistas europeos. ¿Comienza una guerra diplomática o solo ruido político importado?