El tablero político en la provincia de Buenos Aires acaba de dar un vuelco que dejó a más de un jugador descolocado. Uno de ellos, quizá el más afectado, es Patricia Bullrich. El acuerdo entre Javier Milei y Cristian Ritondo, que reconfigura el armado libertario bonaerense con eje en el PRO más ortodoxo, dejó a la ministra de Seguridad golpeada y al margen de las decisiones claves de cara a las elecciones. Según fuentes al tanto de la interna, Bullrich no solo no fue consultada, sino que ni siquiera fue informada previamente sobre los avances del entendimiento entre La Libertad Avanza y el exministro de Seguridad de María Eugenia Vidal. La foto de Ritondo con Guillermo Francos y Karina Milei fue el símbolo de un nuevo eje de poder que no la incluye. En el entorno de la ministra no ocultan la molestia. “La están empujando a un lugar decorativo. Le reconocen la gestión, pero no la quieren en la mesa política”, confió un allegado. La situación es particularmente incómoda para Bullrich, quien venía apostando a consolidar su espacio dentro del Gobierno como figura dura del orden, pero que ahora ve licuado su peso político frente al avance de otros sectores del PRO. La relación entre Bullrich y Ritondo nunca fue fluida, pero lo que más irritó a la titular de Seguridad fue la intervención directa de Karina Milei en el acuerdo. La “Jefa” eligió a Ritondo como interlocutor válido en la provincia, desplazando a figuras del bullrichismo como Sebastián García de Luca o Damián Arabia, que buscaban posicionarse en ese armado. A esto se suma el hecho de que Mauricio Macri no movió un dedo para defenderla. De hecho, el expresidente habría bendecido en silencio el pacto con Ritondo, entendiendo que el único modo de ordenar la oposición bonaerense es con una pata fuerte del PRO aliada al mileísmo. Una vez más, Bullrich quedó atrapada entre dos fuegos: el de Milei, que prioriza pragmatismo, y el de Macri, que cuida su territorio político. El clima en Seguridad también se resiente. Algunos dentro del Gabinete especulan con que Bullrich podría abandonar su cargo tras el invierno, especialmente si su figura sigue perdiendo incidencia en la estrategia electoral. “Sin territorio, sin estructura y sin poder de veto, lo que le queda es la gestión. Pero eso no le alcanza”, dicen cerca de Casa Rosada. Mientras tanto, en la provincia de Buenos Aires se empieza a delinear un nuevo mapa. Ritondo tomará las riendas del armado mileísta con apoyo logístico del PRO y bendición del círculo íntimo presidencial. La apuesta es clara: disputar el conurbano con una oferta electoral liberal-conservadora que le saque músculo al peronismo. Bullrich, en cambio, mira desde la vereda de enfrente. Aislada, dolida y con un capital político que empieza a desinflarse, queda por verse si decidirá pelear por recuperar espacio o si, como muchos especulan, se convertirá en una figura de transición, utilizada para la foto pero fuera de juego a la hora de las decisiones.