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Cristina se lava las manos en Tucumán: el PJ estalla y la interna Jaldo-Manzur se vuelve guerra abierta

La feroz pelea entre Osvaldo Jaldo y Juan Manzur detonó la unidad del peronismo tucumano, pero Cristina Kirchner decidió no intervenir el partido. La falta de conducción nacional agudiza la crisis en una provincia clave, mientras se multiplican los pases de factura y la oposición acecha.

  • 30/05/2025 • 21:49

El peronismo de Tucumán entró en zona de turbulencia. La ruptura entre el gobernador Osvaldo Jaldo y su antecesor Juan Manzur terminó de dinamitar la frágil unidad del PJ provincial, provocando un sismo político cuyas ondas expansivas ya se sienten en el norte argentino. Sin embargo, pese a los pedidos para normalizar la situación, Cristina Kirchner eligió mantenerse al margen y no intervenir el partido.

La decisión de Cristina fue interpretada por muchos como un retiro táctico, pero también como una señal de debilidad o desinterés ante el desmoronamiento de una de las estructuras peronistas más sólidas del interior. “La expresidenta no quiere abrir más frentes, pero con su silencio profundiza la crisis”, señaló a El Pulso Político, un dirigente cercano a la conducción nacional del PJ.

Jaldo y Manzur evaluaron la ejecución de la obra pública en la provincia - Comunicación Tucumán

La interna entre Jaldo y Manzur no es nueva, pero ahora estalló a cielo abierto. Manzur, con el respaldo de varios intendentes y estructuras sindicales, comenzó a armar su propio espacio político. Jaldo, por su parte, se aferra al control institucional del PJ tucumano, pero su liderazgo se ve cuestionado por sectores que lo acusan de “coquetear con Milei” y de priorizar su supervivencia personal.

En este clima enrarecido, la posibilidad de una intervención del partido parecía lógica para algunos sectores del kirchnerismo. Sin embargo, Cristina —que aún tiene la lapicera en la mesa del PJ nacional— consideró que una intervención sería “más gasolina para el fuego” y optó por dejar que los actores locales resuelvan sus diferencias. El mensaje implícito: “Arréglense solos”.

La estrategia de Cristina, sin embargo, podría salirle cara. En las próximas elecciones, Tucumán pondrá en juego bancas legislativas clave, además de su influencia en el mapa nacional del peronismo. La división podría licuar el peso electoral del PJ y abrirle la puerta a alianzas opositoras que ya olfatean sangre.

En paralelo, desde el entorno de Manzur aseguran que no bajarán los brazos. “Vamos a competir, con o sin estructura, porque Jaldo vació el partido y lo puso al servicio del mileísmo”, disparó un operador político del exgobernador. Desde el jaldismo, en cambio, minimizan la situación: “Hay diferencias, pero el partido está funcionando. Lo que no podemos hacer es volver al pasado”.

El telón de fondo es una crisis más profunda: la falta de liderazgo nacional efectivo dentro del peronismo. Massa se mantiene en un perfil bajo, Kicillof no logra proyectarse fuera de la provincia de Buenos Aires, y Cristina ya no opera con la intensidad de otros años. En ese vacío, las internas provinciales se agrandan y los jefes territoriales se desbandan.

Tucumán se convierte así en otro espejo de lo que sucede en todo el peronismo: un partido sin conducción clara, donde los liderazgos locales se enfrentan entre sí mientras el electorado se aleja. La jugada de Cristina de “no intervenir” es, al mismo tiempo, una señal de desgaste y de una retirada que muchos ya consideran definitiva.

El riesgo es que, cuando llegue la hora de contar los votos, ya no haya estructura capaz de sostener la bandera justicialista en una provincia que supo ser bastión, pero hoy es campo de batalla.