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La Rosada es un cuartel: Milei impone traje a la prensa mientras juega al granadero

Mientras el presidente impone un estricto código de vestimenta a los periodistas que cubren sus actividades, él mismo protagoniza actos vestido de granadero. La medida, sumada a otras restricciones, genera críticas por su carácter autoritario y la contradicción en la imagen presidencial.

  • 23/05/2025 • 12:36

El presidente Javier Milei ha implementado un nuevo protocolo para las conferencias de prensa en la Casa Rosada, que incluye un código de vestimenta formal para los periodistas: traje y corbata para los hombres. Esta medida se suma a otras restricciones, como la exigencia de que los periodistas tengan contratos fijos con sus empleadores y la posibilidad de ser silenciados mediante un "botón muteador" si se exceden en sus intervenciones.

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Sin embargo, mientras se exige formalidad a la prensa, el propio presidente ha aparecido en actos oficiales vestido con el uniforme de granadero, una imagen que ha generado críticas y cuestionamientos sobre la coherencia de las políticas de comunicación del gobierno.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, ha defendido estas medidas como parte de un esfuerzo por profesionalizar las conferencias de prensa y garantizar el respeto institucional. No obstante, organizaciones de derechos humanos y periodistas han expresado su preocupación por lo que consideran un intento de controlar y limitar la libertad de prensa. 

Además de las restricciones en las conferencias de prensa, el gobierno de Milei ha sido criticado por su relación con los medios de comunicación. En marzo, durante la apertura de sesiones del Congreso, los periodistas fueron desplazados a palcos distantes sin acceso a audio, y la televisión pública ocultó ciertos momentos incómodos para el gobierno. 

La relación entre el presidente y la prensa ha sido tensa desde el inicio de su mandato, con frecuentes ataques verbales a periodistas críticos y restricciones al acceso a la información. Estas acciones han sido denunciadas por organizaciones como Amnistía Internacional, que alertan sobre un deterioro en la libertad de expresión en el país. 

En este contexto, la exigencia de formalidad a la prensa contrasta con las decisiones del presidente de presentarse en actos oficiales con atuendos poco convencionales, lo que ha sido interpretado por algunos sectores como una muestra de doble vara y una estrategia para controlar la narrativa mediática.