La reciente destitución de Yanina Martínez como subsecretaria de Turismo ha generado un nuevo foco de tensión dentro del Gobierno nacional. La funcionaria, que había logrado mantenerse en su cargo tras el cambio de administración, fue apartada por Daniel Scioli luego de adelantar su salida de vacaciones sin autorización y elegir un destino en el exterior, en contraposición con las directrices de austeridad promovidas por el presidente Javier Milei.   Según fuentes oficiales, Martínez había solicitado licencia a partir del lunes 30 de diciembre, pero emprendió su viaje a Europa el viernes anterior, sin informar previamente a sus superiores . Este accionar fue considerado una falta grave, especialmente en un contexto donde se busca promover el turismo interno y mantener un perfil austero en la gestión pública. En respuesta a la situación, Scioli decidió absorber temporalmente las funciones de la Subsecretaría de Turismo, sin designar un reemplazo inmediato . Este movimiento se interpreta como un intento de preservar el control sobre el área y evitar una posible intervención de la Secretaría General de la Presidencia, encabezada por Karina Milei, quien ha mostrado interés en reorganizar organismos clave relacionados con la promoción turística internacional. La salida de Martínez también pone en evidencia las tensiones internas dentro del oficialismo, donde se observa una creciente disputa por el control de áreas estratégicas y recursos significativos, como los que maneja el Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur), que cuenta con un presupuesto anual cercano a los 3.000 millones de pesos . Este episodio refleja las complejidades de la transición política y las luchas de poder en el seno del Gobierno, donde las decisiones administrativas adquieren una dimensión política significativa en el marco de la reconfiguración del Estado.