A pocos días del cimbronazo político que significó el triunfo de La Libertad Avanza en la Ciudad, en la provincia de Buenos Aires se gestó una movida de alto voltaje institucional. Axel Kicillof acordó con los principales intendentes del peronismo bonaerense avanzar en una ley que habilite nuevamente la reelección indefinida de jefes comunales. La maniobra se articula a través del bloque de Unión por la Patria en la Legislatura y cuenta con un aval político que trasciende internas. Detrás del acuerdo, se alinearon figuras históricas como Fernando Espinoza, Mario Ishii, Julio Pereyra y Jorge Ferraresi, entre otros intendentes con peso en el GBA. La idea es derogar la cláusula que limita a dos los mandatos consecutivos, una reforma que había sido impulsada durante la gestión de María Eugenia Vidal y que ya fue parcialmente desarticulada en 2021, con un fallo judicial que habilitó a muchos a presentarse nuevamente. Ahora, la jugada busca ser más directa: habilitar por ley la reelección sin tope, un mecanismo que restablecería el control territorial del peronismo en los municipios. Para Kicillof, se trata de una herramienta clave para blindar su base de poder de cara al escenario político 2025-2027, en un contexto donde el Gobierno nacional agita la motosierra y avanza sobre fondos coparticipables. La iniciativa tiene detractores incluso dentro del oficialismo. Algunos sectores jóvenes y figuras alineadas con el kirchnerismo más duro expresan reparos. Pero la mayoría de los intendentes presiona con fuerza y el gobernador eligió acompañar. “Es un derecho constitucional de los vecinos elegir a quien quieran”, fue el argumento de uno de los operadores legislativos de Unión por la Patria. Desde la oposición, tanto el radicalismo como el PRO ya anticiparon su rechazo. Consideran que la reforma es un retroceso institucional y que consolida estructuras de poder que “bloquean la renovación política”. Aún así, los votos podrían alcanzar si se suman sectores dialoguistas. El debate se dará en las próximas semanas en la Legislatura bonaerense. Pero puertas adentro del peronismo, el acuerdo ya está cerrado. Y el mensaje es claro: si el país avanza hacia una reconfiguración ideológica, el conurbano quiere retener lo que considera su bastión histórico.