Provincias y CABA

Frigerio y Kicillof rompen la grieta: un debate sin insultos sobre el modelo económico argentino

En un gesto que rompe con la lógica de confrontación que domina la política argentina, los gobernadores Axel Kicillof y Rogelio Frigerio protagonizaron un cruce de ideas con altura. El eje: el futuro económico del país. La novedad: la discusión fue sin chicanas ni agravios

  • 07/05/2025 • 06:39

En el marco de un panel organizado por una entidad empresarial, los mandatarios de Buenos Aires y Entre Ríos intercambiaron visiones sobre el desarrollo económico de la Argentina. Pese a que ambos representan espacios políticos antagónicos —Kicillof, el kirchnerismo clásico; Frigerio, un radical moderado dentro de Juntos por el Cambio—, lograron sostener un diálogo con diferencias claras pero en tono constructivo.

Kicillof defendió un modelo de desarrollo con fuerte protagonismo del Estado. “El crecimiento requiere un Estado presente, que invierta, que planifique y que proteja a la industria nacional. Abrirse indiscriminadamente es regalar el mercado interno y condenar al subdesarrollo”, afirmó. El bonaerense remarcó que las políticas de ajuste “nunca generaron bienestar real y sostenible en la Argentina”.

Frigerio, por su parte, no evitó la crítica, pero la canalizó desde una perspectiva técnica. “Somos una de las economías más cerradas del mundo. Así es imposible crecer de forma competitiva. Necesitamos abrirnos con inteligencia, generar confianza y reglas claras para atraer inversiones”, planteó. A su vez, destacó que “no hay desarrollo posible sin equilibrio fiscal”.

El intercambio —que duró casi una hora— fue seguido con atención por empresarios, analistas y funcionarios. La postal de dos dirigentes de peso dialogando sin insultarse fue valorada incluso por figuras de otras fuerzas políticas, que interpretaron el gesto como un intento (necesario) de superar la parálisis del conflicto permanente.

Ambos gobernadores coincidieron, en definitiva, en que la Argentina necesita una estrategia de desarrollo, pero discrepan en el cómo. “Está claro que los caminos son distintos, pero por lo menos hay voluntad de discutirlos sin destruir al otro”, resumió uno de los organizadores.

En tiempos de polarización extrema, donde el debate público muchas veces se reduce a slogans vacíos o agresiones personales, este cruce dejó una sensación poco común: la política también puede ser un espacio de ideas y respeto.